RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS REVISTA Nº 76

GARCÍA MORIYÓN, F., Pregunto, dialogo, aprendo. Cómo hacer filosofía en el aula. Ediciones De la Torre, Madrid 2006, 302 páginas.


Este libro del profesor García Moriyón es un compendio de teoría y práctica docente que resume bien lo que el autor ha hecho a lo largo de una dilatada vida como profesor de Filosofía en distintos centros de Madrid. Ahora, como profesor de Didáctica de la Filosofía en la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, nos ofrece un denso resumen de cómo se puede enseñar hoy filosofía en las aulas de Secundaria, tanto en la ESO como en el Bachillerato.
El autor reconoce que ha aprendido de muchas personas doctas con las que ha trabajado a lo largo de estos años e incluye también entre esa grupo a sus alumnos de Instituto. Este comentario le honra, porque resulta bastante extraño escuchar a un profesor de Instituto que se puede y se debe aprender pedagogía del alumnado que uno tiene delante año tras año. Esta vocación de prestar oídos a los jóvenes en el aula no es común entre el profesorado de Secundaria, pero como García Moriyón pone en práctica la metodología del programa “Filosofía para niños” no es de extrañar que se ejercite en ese menester.
Antes de entrar en el análisis del libro, me parece conveniente señalar aquellos aspectos que personalmente considero más relevantes y más útiles para los profesores de Filosofía de nuestro país.
Las tesis que de modo explícito o implícito recorren todo el libro me parece que constituyen su propia filosofía de la educación, que desde mi punto de vista son plenamente válidas para su aplicación en el aula de Filosofía de nuestros queridos adolescentes. Otra cosa es cómo se pueden superar las inevitables dificultades que hallamos cotidianamente para llevar a la práctica esta filosofía educativa. Creo que las principales tesis defendidas en este libro podrían resumirse en los siguientes elementos: defensa de un concepto de educación frente a la mera instrucción, defensa de la democratización de la escuela frente al elitismo que defienden ciertos gobernantes conservadores en complicidad manifiesta con ciertos sectores de docentes de Secundaria y visión de la enseñanza como proceso abierto y continuo más que como evaluación de resultados fijos y cerrados. Me parece que éste es el núcleo esencial  de  la filosofía de la educación que el autor con buenos argumentos sostiene en este libro.
En coherencia con lo anterior, el profesor García Moriyón defiende un tipo de enseñanza de la filosofía que es una lógica adaptación de su concepción educativa a la enseñanza de las materias filosóficas;  creo que esa articulación lógica interna es lo que da más validez a este libro, porque se trata de armonizar de modo coherente una teoría de la educación en todos sus elementos con la enseñanza de la filosofía en el aula; en definitiva se trata de educar por medio de la filosofía y no, como sucede con demasiada frecuencia, de hacer de la filosofía un fin absoluto, un valor total por sí mismo. Por eso todas las características de la enseñanza de la filosofía están en coherencia con el modelo educativo que el autor propugna para la Enseñanza Secundaria.
La enseñanza de la filosofía, sin entrar en detalle en las diferencias evidentes entre la enseñanza de la ética, de la filosofía y de la historia de la filosofía, comparten una serie de principios de tipo cognitivo y ético que a la vez son también en buena medida compartidos por el Programa de Filosofía para niños. Así, toda clase de filosofía debe ser una comunidad de diálogo en la que todos los alumnos y el profesor intercambien sus argumentos de modo lógico y con el intento de buscar la verdad entre todos. Todos los participantes de la clase de filosofía son capaces de aportar ideas y valoraciones, todos son personas razonables que pueden y deben utilizar el lenguaje para la comunicación de sus experiencias y de sus razonamientos.
Asimismo la clase de filosofía debe ser una comunidad de investigación, de búsqueda desinteresada de la verdad, con la ayuda de todos, especialmente del profesor o profesora que debe cooperar con todo el grupo orientando con sus intervenciones y alentando a todos a la participación. Si esta idea de comunidad de investigación se comenzase ya desde las aulas de Infantil, es probable que en Secundaria todo fuese mucho más fácil, porque la realidad nos dice que esta actitud de participación y de cooperación es casi inexistente en las aulas de nuestros Institutos; en estos centros suele primar la lección magistral y la autoridad del profesor sin dar lugar casi nunca al intercambio de ideas y de argumentaciones. Todo lo que se ha escrito sobre el espíritu crítico que la filosofía debe desarrollar en el alumnado se queda en casi nada si el profesorado no estimula realmente en el aula el diálogo ni la participación en clase; si el monólogo del profesor es el único método de enseñanza  a lo largo del curso de filosofía, no es fácil de entender cómo los adolescentes pueden desarrollar su capacidad crítica y argumentativa.
Otras competencias fundamentales que la enseñanza de la filosofía debe potenciar en alto grado son la lectura y la escritura, porque sin ellas es imposible desarrollar la racionalidad filosófica.  Y en esto el profesor García Moriyón nos ofrece una serie de fórmulas y métodos de trabajo, sobre todo en la escritura, que merece la pena conocer con detenimiento. Es evidente que la lectura en clase de filosofía no se puede reducir únicamente a los textos canónicos de la historia de la filosofía, sino que en ética y en filosofía es preciso acudir textos científicos y narrativos que tienen relevancia filosófica ya que plantean de modo más sugerente para el alumnado los problemas clásicos de la filosofía.
Uno de ellos es la disertación filosófica que, como se sabe, es y sigue siendo el método oficial para evaluar al alumnado francés al terminar su bachillerato. Es cierto que en el sistema educativo francés no solamente hacen la disertación filosófica, pues también existe la disertación en las materias de francés y de historia. En España no existe la tradición pedagógica de la disertación filosófica ni en la Universidad ni en Secundaria. La investigación educativa que el profesor García Moriyón y un grupo de colegas ha llevado a cabo sobre la disertación demuestra que es posible adaptarla  a nuestro sistema educativo y otorgarle un peso importante en la evaluación de la escritura filosófica.  Creo que las reflexiones que hace el autor sobre la importancia de la escritura filosófica no se aplican únicamente a la disertación, que se centra sobre todo en la lógica de la argumentación, sino que además le dedica otros apartados al diario filosófico y al comentario de texto. Lo que personalmente más valoro del autor es el trabajo de investigación educativa que ha llevado a cabo sobre muchos de estos temas, sobre todo en colaboración con profesores universitarios, ya que muchos profesores de Secundaria realizamos muchas innovaciones que carecen de validez científica porque hoy día es casi imposible establecer equipos de investigación entre el profesorado de Secundaria y el de Universidad. Y otro obstáculo grave es que en muchos Institutos de Secundaria la coordinación con los colegas del mismo Departamento es una tarea titánica.
La cuestión de la evaluación es una de las dificultades mayores a la que se enfrenta desde siempre el profesorado de Filosofía porque muchas veces se aplican criterios poco objetivables y poco contrastados. El profesor García Moriyón nos presenta una serie de criterios para calificar y para evaluar todo el proceso de aprendizaje de la filosofía entendiendo ésta más como una actividad que como una disciplina ya hecha y concluida que se pudiera aprender como algo ya dado. Es evidente que todo lo que propone el autor en este libro cada profesor o profesora debe adaptarlo a su aula y a su grupo de alumnos, pero el hecho de que nos ofrezca instrumentos variados para evaluar y que se coordinen esos criterios dentro del departamento me parece  una aportación muy enriquecedora.
Finalmente quiero aludir a los títulos de los capítulos del libro porque ellos indican claramente que en este texto se abarcan todos los temas actuales más importantes de la enseñanza de la filosofía y que las referencias bibliográficas y de Internet ponen al servicio de lector todo lo que hoy se está haciendo en este campo. Los títulos de los capítulos generales son: los objetivos de la educación, el proceso de enseñanza-aprendizaje, enseñar filosofía/a filosofar, rasgos generales de la enseñanza de la filosofía, evaluación/calificación/rendimiento y, por último, otras dimensiones de la enseñanza de la filosofía (filosofía para todos, asesoramiento filosófico, nuevas tecnologías).
A la vista de este maravilloso compendio de didáctica de la filosofía y de prácticas docentes solamente debo añadir que, leyendo este libro, uno tiene la impresión de que la formación inicial y permanente del profesorado de Filosofía plantea unas exigencias psicopedagógicas tan serias que no se comprende por qué no se hace casi nada desde la Universidad y desde el Ministerio para acometer esta ingente tarea. Si se quiere de verdad mejorar sustancialmente la enseñanza de la filosofía, esa tarea es urgente e indispensable.


Luis M. Cifuentes Pérez