RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS REVISTA Nº 76

PENALVA BUITRAGO, J., El profesor como formador moral. La relevancia formativa del ejemplo, PPC, Madrid, 2006.


Es indudable que corren tiempos difíciles para la educación escolar, tanto para la primaria, como para la secundaria, pero también tiempos en los que cabe afrontar unos retos que nunca antes hasta ahora se nos habían presentado y que dificultan notoriamente la práctica docente y la motivación de los alumnos para aprender y educarse como personas. Si esto es cierto, en mayor o menor medida, resultará cuando menos necesario encontrar libros como éste que aporten luz y soluciones a los problemas existentes con los jóvenes hoy día en los marcos escolares, familiares y sociales (crisis de valores, indisciplina, desobediencia, inmadurez personal, acoso entre compañeros, agresiones físicas, insultos, faltas de respeto, pérdida de autoridad, etc.).
Son tiempos difíciles para la enseñanza, objeto de duras críticas y múltiples quejas por parte de algunos y de esperanza por parte de otros, pero también tiempos propicios para reivindicar y luchar por una educación de calidad, no como la que proponen algunos proyectos educativas estatales (como la LOCE y la LOE), sino por una calidad de verdad, tanto para la práctica docente de los educadores, como para la convivencia y la relación entre profesores, padres y alumnos, dentro de las aulas y fuera de ellas.
El autor del libro es Doctor en Filosofía, con una amplia trayectoria docente en Institutos de enseñanza Secundaria como profesor de Filosofía, combinada con otra dedicación igualmente importante como investigador y docente en enseñanza Universitaria. Unida a esta sólida formación académica y profesional, encontramos también en él una clara vocación por dignificar la función docente, tal y como le reconoce el prologuista de su obra, Olegario González de Cardenal, así como una intuición crítica muy dura y evidente: el profesor es, en estos momentos, el elemento más frágil y vulnerable de todo el sistema educativo.
Desde esta doble perspectiva, la de dignificar el quehacer docente, como reconocimiento político y social,  por un lado, y la de reconocer la subordinación, indefensión y desprotección que sufren muchos profesores hoy día, tanto por parte de sus alumnos, de los padres, del equipo directivo o de la propia administración educativa, por otro, podemos establecer los principales objetivos que persigue esta obra. No obstante, sería injusto describir solamente estos problemas y desdeñar el contenido general del libro que apunta, no sólo a un análisis crítico de la situación educativa actual, sino también a perfilar las posibles soluciones que cabe proponer de cara a corregir este deterioro del papel y misión de los educadores hoy día.
El libro parte de un prólogo y de una introducción muy sugerentes, y se estructura en torno a siete capítulos que tratan de hacer un recorrido histórico por algunos modelos educativos (desde Sócrates y Platón, pasando por Plutarco, Luis Vives, Montaigne, Locke, Rousseau, hasta Giner de los Ríos) y un apéndice que intenta exponer, desde una mirada global y de constructivismo cognitivo-emocional, nuestro actual sistema educativo y algunas de las claves axiológicas que debe tener en cuenta el profesor para mejorar su bonita pero ingrata tarea de educar a los jóvenes de hoy, para poder convertirse en guía y modelo de éstos. Algunas de las claves que propone y comenta el autor son: la libertad, la responsabilidad, el conocimiento, la amistad, la potencialidad personal y la actitud activa y positiva ante vida.
Los profesores tenemos el problema, pero también parte de la solución. De nosotros depende asumir y afrontar sin alarmismos, pero con seriedad y valentía, el actual problema de decadencia y catastrofismo que algunos perciben o padecen en la práctica docente cotidiana, no tanto desde la victimización, cuanto desde la ejemplaridad y la profesionalidad.  De no hacerlo, correremos un grave peligro y es el de agravar más aún esta tensa y conflictiva situación, de la que todos se quejan y a la que nadie se atreve a dar una solución definitiva, ni siquiera los legisladores políticos que continuamente modifican las cosas desde arriba sin escuchar previamente a los de abajo.
Ojalá libros como este, escritos con un lenguaje sencillo y por autores como José Penalva Buitrago, que conocen muy bien desde dentro las limitaciones y carencias del sistema educativo español, nos sirvan de apoyo y de referencia para que muchos profesionales de la enseñanza no perdamos la ilusión por educar bien, en conocimientos y madurez personal, a las generaciones presentes y venideras, así como para evitar el síndrome de burn-out (profesor quemado) y fortalecer lo que realmente nos importa: nuestra integridad psíquico-emocional y nuestra motivación moral para hacer de nuestro trabajo algo excelente, para nosotros y para ellos.


José García Férez
Profesor de Filosofía de IES