RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS REVISTA Nº 76

GUERRA, L. M., La peste negra. Pronto, lejos y tarde. Edhasa, Barcelona 2006, 318 páginas.


El acontecimiento histórico, que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIV inundó a la humanidad con una terrible pandemia, denominada “peste negra”. Mató a cerca de una cuarta parte de la población europea y se introdujo a través de Génova y Marsella, procedente de extremo Oriente. Es un virus que vive en el esófago de los roedores de las estepas centrales de Asia y que se extendió a los seres humanos.
La muerte recorrió Europa en medio de una situación propiciada por un ámbito sanitario prácticamente nulo, con hambre generalizada, a causa de las malas cosechas y una meteorología adversa, afectando a la totalidad de la vida de aquellas gentes.
La complejidad del caso es que sucedió en un momento en que germinaba un cambio inevitable con la transición de la Edad media a la Moderna desde el puente del Renacimiento. En efecto, la peste destruye un sistema de valores inamovibles y tranquilizadores, en los que la providencia divina velaba por el transcurrir de la vida de los seres humanos. Todo venía ordenado por la obra creadora de Dios, que cuidaba de sus criaturas hasta los detalles más mínimos. Difícilmente podía seguir Dios en medio de la peste sin perecer con ella también. De pronto el hombre se da cuenta de su independencia y autonomía desde el punto de vista intelectual y moral.
El sistema feudal de explotación económica igualmente comienza a quebrarse. La gente abandona el campo para situarse en las ciudades. El poder de los nobles se queda vacío, al no tener ya sujetos en los que ejercerlo. Esto es aprovechado por los reyes para someter a la nobleza e imponer su poder absoluto. La burguesía actúa con bastante seguridad y el capitalismo se va imponiendo inevitablemente. Mientras tanto, la demografía cae fuertemente, atacadas las personas por la plaga universal.
En el centro de todo este panorama se sitúa la novela, narrando con detalle el proceso de la enfermedad. El capítulo primero presenta a un grupo de mongoles preparados para comerciar en un paso estratégico de encuentro entre mercaderes de Oriente y Occidente, cuando entre ellos empieza a producirse la peste. Los genoveses creen que los atacan, pero descubren horrorizados que los proyectiles que lanzan son sus propios muertos. Empieza ahora la narración de estos acontecimientos “que estuvieron a punto de terminar con la vida en la Tierra” (página 21). El narrador es un monje que ha sobrevivido. ¿Qué hacer ante la peste?
El papa, que entonces se encontraba en la sede de Aviñón, reúne a los médicos más famosos del mundo, no sólo cristianos sino también musulmanes y judíos. Después de largas y tediosas discusiones en el palacio papal de Aviñón, sin encontrar el remedio para la enfermedad, aparece, hacia la mitad de la narración, Aurelio, que viene de Castilla, de la región de Peciña. Allí un vaquero ha encontrado agua y unas yerbas que lo curan todo, incluso la peste. Presenta su información a los tres médicos, el cristiano, el judío y el musulmán que emprenden camino hacia Castilla. Al final, el control del remedio que la Iglesia se siente legitimada a poseer destruye la úníca solución para la peste y el médico florentino Domenico Fornaquinci se vuelve frustrado y destrozado a Florencia, pensando que “los hombres ambiciosos…han visto en el mal de sus semejantes un beneficio” (página 304). Se trata de que el palacio papal se salve y todo pueda quedar controlado desde él.
Una interesante narración que puede producir muchas reflexiones sobre las miserias –y también algunas virtudes, pocas- de la humanidad.


Julián Arroyo