REVISTA Nº 73-74       Julio-Diciembre de 2005

Cuando esta Revista llegue a los lectores, probablemente el debate sobre la nueva Ley Educativa todavía estará en el Parlamento español y en los medios de comunicación de masas. Este último debate educativo se inició en septiembre de 2004 con la presentación de la Propuesta del Ministerio de Educación a toda la sociedad española titulada Una educación de calidad para todos y entre todos. Aquella invitación al debate de toda la comunidad educativa generó una abundante cantidad de información sobre la propuesta ministerial y ello dio lugar en la primavera de 2005 a un libro publicado por el MEC y titulado Informe del debate.

            Como se sabe, el debate formalmente se ha producido, ya que todas las personas, instituciones y asociaciones que han querido, han podido manifestar sus propuestas educativas al MEC y han podido dejar claro cuáles son sus acuerdos y sus desacuerdos. Nos consta que el Secretario General de Educación, Alejandro Tiana y su equipo de colaboradores han recorrido todo el país intentando explicar su propuesta a todos los sectores educativos. La SEPFI también elaboró en su día un informe sobre la propuesta del MEC, tratando de contribuir con ello a la clarificación de algunos temas. Y, más en concreto, es de justicia señalar que la SEPFI ha realizado un gran esfuerzo de coordinación y de colaboración dentro de la FESOFI (Federación de Sociedades de Filosofía) y en diálogo permanente con el Ministerio para afrontar la precaria situación de la Filosofía en el Anteproyecto de la LOE. De ello son testimonio todas las noticias e informaciones que en PAIDEIA y en la página web de la SEPFI se han ido publicando a lo largo de los meses de marzo, abril, mayo y junio de este año.

Pero más allá de las consideraciones generales sobre este debate, la SEPFI vuelve a manifestar de modo rotundo dos opiniones generales sobre la reforma En primer lugar, que tras el fracaso de dos reformas educativas en 15 años, parece obvio que no habrá estabilidad, calidad y mejora en nuestro sistema educativo a menos que todos los partidos políticos consigan establecer unas líneas básicas de acuerdo sobre las reformas fundamentales necesarias en nuestra educación; es decir, un pacto de Estado que incluya también el compromiso de respetar los elementos comunes al sistema en todo el territorio español. En segundo lugar ya es hora de que las autoridades educativas perciban con claridad que ninguna reforma que se pretenda aplicar en la ESO, que es la etapa que presenta mayores y más complejos problemas, podrá ser efectiva si no se logra convencer al profesorado de la conveniencia de esa medidas y del modo en que se piensan poner en práctica. Es decir, que los políticos que diseñan las reformas educativas sepan que el verdadero y auténtico agente de los cambios y las mejoras en el sistema han de ser los profesores. Es necesario que el MEC y los consejeros autonómicos hablen también con las familias y con el alumnado y escuchen sus justas demandas, pero si el profesorado se siente perjudicado gravemente en sus condiciones laborales, en su dignidad profesional  o en su competencia docente, ninguna reforma podrá arribar a buen puerto.

 

 

La historia de la LODE, la LOGSE, la LOCE y ahora la LOE demuestra que todavía muchos políticos creen que en el ámbito educativo basta con legislar para que las cosas cambien y mejore la enseñanza. Nada más lejos de la realidad que esta ficción jurídica. Por desgracia, el sistema educativo tiende a ser conservador y el profesorado en general también, pero es que, en descargo suyo, hay que  decir  que los cambios educativos propuestos por el MEC deben ser claramente explicados y los aspectos ideológicos propios de cada partido no son la mejor guía de las reformas educativas. No parece lógico ni razonable que en el año 2005 todavía ocupe la mayor parte del debate en los medios de comunicación el tema de la clase de religión católica y sus posibles alternativas. ¿Es que alguien considera con sensatez que ese tema es crucial para la mejora del sistema educativo y para la solución de los problemas de la ESO? ¿Es que alguien con conocimiento de causa piensa que la introducción de la nueva materia “Educación para la ciudadanía” merece tanta polémica y tanta confrontación política?

Pues si en el Ministerio de Educación nadie piensa que lo central de esta reforma es la clase de Religión y la Educación para la ciudadanía, no se entiende por qué se dedica tanto tiempo y esfuerzo a aclarar estos temas, que son los que le interesan a la oposición política, en vez de centrarse en los déficits reales de nuestro alumnado y en dotar al profesorado de herramientas útiles y actualizadas para mejorar su acción docente. Si los Informes PISA desde hace algunos años dejan en mal lugar a nuestro sistema educativo, así como el último y más reciente de la OCDE, bueno sería que analizásemos entre todos cuáles son las causas de este fracaso en vez de dedicarnos a hacer una lectura política partidista de ese diagnóstico. En definitiva, es evidente que los males del sistema educativo necesitan remedio y que con grandes leyes no consensuadas va a ser muy difícil mejorar la calidad de nuestra educación. Si el oportunismo político o la demagogia son el leit-motiv de todas las reformas educativas, entonces no será posible regenerar moralmente la escuela.

Como Sociedad Española de Profesores de Filosofía, quisiéramos decir algo sobre el papel de las materias filosóficas en la nueva reforma, ya que ahora mismo no sabemos todavía cuál será finalmente el contenido curricular de la Educación ético-cívica de 4º de la ESO ni de la Filosofía y ciudadanía de 1º de Bachillerato y cómo se desarrollará. Según Umberto Eco, nomina nuda tenemus. Por eso no cesa nuestra inquietud, por causa de estas denominaciones, en las que “cívica” y “ciudadanía” quedan tan presentes como enfatizadas. Preferiríamos alguna clase de navaja ockamista que simplificara las expresiones descriptivas dando la fuerza que merecen los nombres de Filosofía y de Ética, siempre presentes en nuestras tradiciones y que forman parte del lenguaje común. La prevención sobre lo que puede inclinar demasiado la balanza nos hace estar ahora muy en alerta por si acaso, porque la incertidumbre sigue siendo una figura humana y el Ministerio tiene la obligación de convencer al profesorado de Filosofía para que huyan los temores que todavía subsisten. En este preciso terreno debemos quedar todos emplazados.

Igualmente queremos advertir que la filosofía no puede convertirse en el sistema educativo en el sucedáneo de una ideología, de una religión o de una opción política y por eso debe ser, ahora más que nunca, una reflexión crítica sobre cualquier tipo de experiencia humana, incluidos todos los lenguajes científicos e ideológicos que se ofrecen a los adolescentes en el mundo actual. El profesorado de Filosofía ha dejado clara una y otra vez  esta posición en sus conversaciones con el Secretario de Estado y sus colaboradores. Saber leer filosofía y saber escribir filosóficamente es una tarea racional que lleva su tiempo y  a ello se dedican miles de profesores y profesoras en los Centros de Secundaria de nuestro país. Formar ciudadanos críticos, reflexivos, creativos, participativos y responsables es la meta de la enseñanza filosófica y deben saber los responsables políticos que el profesorado de Filosofía no puede ser instrumentalizado por ningún tipo de poder político y económico. Si la filosofía hace muchos siglos que dejó de ser la “sierva de la teología”, ahora no permitiremos que se convierta en la esclava de la política ni de la economía, entre otros sistemas.