REVISTA Nº 75       Enero-Abril de 2006

LA FILOSOFIA COMO EDUCACIÓN DEL CIUDADANO

El año 2005 comenzó en toda Europa con el tema de los referendums sobre la Constitución europea, siguió con la crisis de dicha Constitución ante la negativa de algunos países a aceptar el texto constitucional y ha terminado con un silencio espeso en torno a la identidad política europea. En el contexto español, el relativo entusiasmo por la aprobación de la Constitución europea ha dado paso a un debate permanente no exento de crispación sobre nuestra Constitución y sobre sus virtualidades para acoger el pluralismo nacional en el interior de nuestro país. Europa ha pasado ya a un segundo plano y el tema de la identidad nacional está desgastando desde hace meses demasiadas energías de numerosas personas y todo ello en un clima de exacerbada confrontación partidista.

Además de la reformas constitucionales previstas, el actual Gobierno ha emprendido la enésima reforma educativa, cuyo objetivo esencial es dotar por fin de calidad al sistema educativo español, ya que según los Informes PISA tenemos en nuestro país un significativo índice de fracaso escolar. Sin entrar a valorar los parámetros utilizados para cuantificar el fracaso escolar y la pertinencia de los métodos usados en los tests utilizados en dichos Informes PISA, lo cierto y bien sabido es que entre los profesionales de la educación existe un clima de desmoralización, de hastío ante tanta reforma y contrarreforma y, sobre todo, ante la falta de sentido de Estado que muestran los partidos políticos en los temas educativos. Si la educación, como señalaba Giner de los Ríos, es la base de la regeneración cultural y moral de un pueblo, no se entiende que desde hace algunos años seamos incapaces de ponernos de acuerdo en unos principios comunes y básicos que sirvan para mejorar realmente las condiciones en que se imparte la educación en todos sus niveles. 

En lo que se refiere al profesorado de Filosofía, la lucha organizada en torno a la FESOFI a lo largo de 2005 ha tenido como consecuencia que al menos la Historia de la Filosofìa, la Ética y la Filosofìa no hayan desaparecido del sistema educativo, pues así se anunciaba en el Anteproyecto de la LOE presentado en marzo de 2005. La situación actual, tal y como aparece en el Proyecto de Ley aprobado en el Congreso de Diputados en diciembre de 2005, confirma que las materias filosóficas van a seguir manteniendo su status de asignaturas comunes y obligatorias en 4º de la ESO, 1º y 2º de Bachillerato. La clave del desarrollo de esta Ley Orgánica en lo que respecta a la Filosofía estará en cómo se diseñe el Real Decreto de Enseñanzas Mínimas que regule el curriculum y el horario mínimo de las materias filosóficas a fin de que las Comunidades Autónomas complementen el resto en virtud de sus respectivas competencias. Nuestra Sociedad de Profesores tiene intención de estar presente en la elaboración de esos curricula de las materias filosóficas y así se lo ha hecho ya saber al Secretario de Estado de Educación.

Pero el tema que produce mayor inquietud entre el profesorado es cómo quedará fijado finalmente el curriculum de la materia de 1º de Bachillerato “Filosofía y ciudadanía”, con qué contenidos y con qué horario semanal; en este momento no se sabe nada concreto sobre ello y el temor de muchos profesores es que se reduzca el horario de nuestra materia en beneficio de una nueva denominada “Ciencias para el mundo contemporáneo”.  Y sin embargo el problema de fondo con esta asignatura de “Filosofía y ciudadanía” no es el horario ni el curriculum, sino otro tipo de cuestiones que se discutieron ya en las conversaciones de FESOFI con el Secretario de Estado de Educación. Nos referimos al tema de la “Educación para la ciudadanía”.

            Nuestro planteamiento es que la educación del ciudadano es integral y no se hace solamente desde una materia del curriculum; todas las materias y especialmente la filosofía contribuyen a la educación del ciudadano; la historia de la filosofía demuestra que los sofistas, Sócrates y Platón fueron los primeros en preocuparse seriamente  de la educación de los habitantes de la ciudad, de la polis. Y tras ellos todos los filósofos han preconizado un uso crítico y libre de la razón como mejor método de formar a los ciudadanos de cualquier nación o Estado. La educación ha de ser en todos los ámbitos racional, crítica y superadora de dogmas, prejuicios y falsas creencias. Las preguntas entonces son de otra índole: ¿qué aporta la nueva materia a la filosofía moral, social y política? ¿Hay razones políticas y sociales que hagan necesaria su introducción en el curriculum?

Las respuestas por parte del Ministerio se centran en dos argumentos fundamentales: el fracaso mayoritario de los “temas transversales” en los Institutos de Secundaria y la agenda europea para el 2010 que exige como competencias básicas del nuevo ciudadano su capacidad para convivir en sociedades democráticas, complejas y multiculturales. En todos los países europeos existe este tipo de materia bajo una u otra denominación, pero los problemas sociales y de convivencia democrática en la nueva Europa no son los mismos que hace veinte años. Se dice que los sistemas educativos europeos deben contribuir a integrar a los jóvenes en los sistemas democráticos haciéndoles conocer su condición de ciudadanos, sus deberes y sus derechos, los valores de la democracia, las instituciones democráticas etc.... y de este modo prepararles mínimamente para un responsable ejercicio de la ciudadanía. En el caso de España solamente hay una materia hasta ahora que engloba muchos de estos contenidos curriculares; se trata de la Ética de 4º de la ESO, una materia que fue introducida contra viento y marea y que todavía no goza en muchas Comunidades Autónomas del status académico que se merece. Y debemos recordar que en la defensa de la Ética como materia autónoma la SEPFI siempre ha sido beligerante ante el Ministerio de Educación.

Los argumentos ministeriales tienen su sentido y su lógica interna. La filosofia puede contribuir desde las actuales materias del curriculo a impulsar una educación ético-política del ciudadano; la filosofía siempre estará al servicio de la racionalidad crítica y de la mejora moral del ser humano tanto individual como socialmente. El poder político debe velar por los valores constitucionales y por la educación de todos sus ciudadanos y en esa tarea no le ha de faltar la colaboración de la SEPFI; ahora bien, si la futura educación cívica quisiera prescindir de la crítica racional, del debate, de la argumentación y del pluralismo ideológico, entonces es lógico que los filósofos se opusieran a ello, por entender que la educación jamás se puede convertir en una domesticación política de los niños y adolescentes. Sin embargo, nos consta que la educación ético-cívica va a seguir la estela de los Derechos Humanos y a eso no hay nada que objetar.