REVISTA Nº 84                                               

Pensamiento enlutado - pensamiento enlatado

      El pensamiento español está de luto, no tanto por la pérdida de una figura singular -me atrevo a decir que la más relevante de la segunda mitad del s. XX en el panorama de las humanidades españolas- cuanto por el silencio. Un silencio oficial y mediático que pulcramente ignora cuanto no se somete a sus dictados. Luto por el triunfo de un sistema que sólo pregona en sus tribunas a cuantos cierran filas servilmente y lo que directa,  o indirectamente, le favorece. Luto porque únicamente el pensamiento enlatado, tras ser debidamente homogeneizado y esterilizado, es el apto para venta y consumo.
      En toda época, las figuras que traen consigo un aire de libertad, de compromiso con lo humano y con los humanos (los de carne y hueso, singulares y próximos), en lugar de compromiso con el establishment intelectual y sus pregoneros, resultan molestas. Nuestro país, rico en esta triste tradición, ya no practica la cárcel como con fray Luis o Quevedo, ni la censura como con Gracián, o el destierro como con tantos, ha descubierto el poder del silencio mediático e institucional (no olvidemos que la universidad, por ejemplo, es una institución pública).
      Luis Cencillo Ramírez es una de esas figuras, en la España del s. XX. Un francotirador ajeno a las filas de ejércitos y bandas, un heterodoxo respecto a todo grupo y ortodoxo respecto a sí mismo, a sus convicciones y a las exigencias de la realidad en la que ha vivido. El presente número de Paideia se ocupa de tan singular figura y de las facetas más relevantes de su producción intelectual.
      Pretender ofrecer una panorámica completa y rigurosa de la figura y obra de Cencillo no es tarea fácil. No ha sido un filósofo al uso, sino que en él se daban cita conocimientos que abarcaban desde el derecho hasta la misma filosofía, pasando por las lenguas clásicas y modernas, la historia, el arte, la psicología, la medicina, la literatura, la mitología y la teología. A pesar de tamaña amplitud, la estructuración y coherencia de sus desarrollos es irrefutable. Lo cual manifiesta que se puede abarcar mucho sin por ello caer en banalidades. Ante este enciclopedismo hemos optado por destacar cinco grandes campos en los que sobresale su pensamiento: la Antropología, la Ética, la Teoría del conocimiento, la Ontología y la Psicología.
      Gabriel Arribas Madriden Una teoría del hombre, nos aproxima al campo que despertó los intereses de Cencillo, desde su infancia: el de la variedad y polifacetismo de los humanos. Su teoría sobre el desfondamiento radical, la indeterminación humana y la frontería, perfilan toda la densidad de su objeto de estudio, el hombre, que ha de ir actuando en el teatro de su propia historia sin posibilidad de ensayo previo, de pausa o de repetición.
       El artículo Desde la conciencia. Ética autógena, de Teresa López de la Vieja nos explica cómo los agentes morales se autoconstruyen como tales en medio de otros, con los cuales interactúan. Luego, desde tal perspectiva, la de una ética autógena (que no simplemente autónoma), la moralidad comienza por estar referida al comportamiento del propio actor moral respecto a sí mismo. Sin incurrir por ello en planteamientos que partan del egoísmo.
Cencillo siempre se consideró a sí mismo, y ante todo, como un filósofo. Dentro de su filosofía más teórica brilla con luz propia su teoría del conocimiento, puesto que ilumina al resto de sus desarrollos. Nuestro artículo  Conocer, se dice de muchas maneras,  trata de aproximarnos a esta clave del conocimiento entendido como tarea humana que otorga sentido a su medio, cristalizando en una serie de construcciones culturales que determinan el rumbo posterior del sujeto al marcar su misma intimidad.
      En Medio siglo de “Experiencia profunda del ser”: Una ontología del sentido y la relevancia, Francisco R. González Nieto se sirve del aniversario del primer libro de filosofía publicado por Cencillo para exponernos su metafísica, que trata de huir de la envenenada herencia sustancialista griega. Más allá del ser, hacia los seres, es hacia donde se apunta en su intento de interpretación de lo existente.
      La obra de Cencillo quedaría incompleta pasando por alto su faceta más práctica, que fue el ejercicio de la psicoterapia durante más de treinta años. Sus contribuciones al terreno de la psicología y la psicoterapia no tienen, por el momento, parangón en nuestro país. Vicente M. Ortiz Oria, en sus Preliminares en la psicoterapéutica de Cencillo,  nos muestra las raíces de una psicología nacida desde la filosofía y la antropología y nunca al revés.
      Sugerente y vivo, por lo próximo y cotidiano, es el universo de las perturbaciones conductuales y las trampas que nos tendemos a nosotros mismos. Universo cencillano explorado por Teresa Arias Martín en Las relaciones interpersonales y algunas de sus dificultades: alienaciones, paradojas y sadomasoquismo universal.
Julián Domingo Machado, en su artículo Cencillo y el asesoramiento filosófico, sostiene que ya en la década de los setenta, antes del nacimiento oficial de la consultoría o asesoramiento filosófico, Cencillo lo estaba tanto justificando en su postura teórica, cuanto aplicando a su práctica terápica.
      Por último, junto con Francisco R. González, hemos elaborado una Bibliografía básica comentada de las obras que estimamos fundamentales para tener una visión panorámica del universo mental de Luis Cencillo. En ella hemos podido incluir, gracias a la generosidad de la Fundación Cencillo de Pineda (que nos las ha facilitado y permitido su publicación) unas breves reseñas inéditas del propio Cencillo.  También remitimos a la bibliografía exhaustiva, necesaria para el estudio de tan ámplia obra, elaborada por G. Arribas.
     Nuestro deseo es que estos retazos de pensamiento enlatado, mas sin conservantes, ni colorantes, ¡artesanalmente!, despierten el interés por la obra de Cencillo. Si ello se consigue en alguna medida, estaremos contribuyendo, humildemente, al abandono del luto por un pensamiento domesticado y mediáticamente dirigido.


Miguel Ángel Velasco León
Coordinador de este número