Cuándo: 4 y 5 de mayo de 2012.
Jornadas de debate organizadas por la Conferencia de Decanos de las Facultades de Filosofía de España, en colaboración con las asociaciones filosóficas AEEFP, AHF, SAF, SEFA, SEPFI, SHAF y SLMFC
Facultad de Filosofía, Universidad Complutense de Madrid
La situación de la filosofía en el sistema educativo español está sufriendo cambios muy profundos: las sucesivas reformas legislativas, el Proceso de Bolonia, la amenaza de reducción de centros, titulaciones y materias de filosofía, el papel cada vez más determinante de las agencias de evaluación en todos los ámbitos de la docencia y la investigación, etc.
Estos cambios se han ido produciendo de forma paulatina y acumulativa. Aunque en ellos han participado profesores de filosofía, sea a título individual o en representación de asociaciones y universidades, parece cada vez más necesario que la comunidad filosófica española emprenda una reflexión colectiva y, a ser posible, adopte una posición más o menos concertada.
El problema es que no contamos propiamente con una comunidad filosófica española: hemos creado muchas asociaciones sectoriales (por campos temáticos, por niveles educativos y por comunidades autónomas), y nos hemos coordinado institucionalmente a través de la Conferencia de Decanos, pero no nos hemos dotado de una red académica que permita conectar y vertebrar al conjunto de los profesores e investigadores españoles de filosofía.
A todas estas circunstancias se añaden otras dos: los actuales recortes presupuestarios, que pueden suponer un debilitamiento de los estudios de filosofía en todos los niveles, y la jubilación casi simultánea de la generación que protagonizó la transición filosófica en España.
Todo ello nos enfrenta a una coyuntura histórica nueva y nos obliga a asumir nuestra responsabilidad. Quienes ejercemos la profesión filosófica, sean cuales sean nuestras orientaciones intelectuales, hemos de reflexionar en común sobre la situación actual, sobre el porvenir que se nos avecina y sobre los objetivos que estamos dispuestos a defender de forma colectiva. Si no somos capaces de vertebrar nuestra comunidad filosófica, difícilmente podremos defender y renovar los estudios de filosofía en todos los niveles de la enseñanza secundaria y universitaria.
Estamos ante una ocasión propicia. Si afrontamos juntos esta coyuntura histórica, tal vez no consigamos todos nuestros propósitos, pero al menos conseguiremos crear un espacio común de interlocución, una cierta comunidad de cuantos amamos y practicamos la filosofía en España.
En los años finales del franquismo, Manuel Sacristán escribió Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores (1968) y Gustavo Bueno le respondió con El papel de la filosofía en el conjunto del saber (1970). Fue un debate que ya había sido abordado por José Ortega y Gasset, desde Misión de la Universidad (1930) hasta La idea de principio en Leibniz (1947), y que conectaba con las principales corrientes del pensamiento europeo: se trataba de reflexionar sobre el estatuto de la filosofía tras la crisis de los grandes sistemas metafísicos, sobre el lugar que debía ocupar en el sistema educativo y sobre el papel que debía desempeñar en relación con todos los otros saberes.
En los inicios del siglo XXI, ante las grandes transformaciones tecnológicas, sociales y ecológicas que estamos viviendo, ante los conflictos e incertidumbres de una sociedad cada vez más compleja y globalizada, ante las mutaciones que están experimentando las instituciones educativas y de investigación, cada vez más sometidas a la tríada I+D+i, es imprescindible que repensemos cuál debe ser la tarea de la filosofía en el mundo contemporáneo.
Estas son las razones que han llevado a la Conferencia de Decanos de las Facultades de Filosofía de España, en colaboración con varias asociaciones filosóficas, a organizar unas jornadas de debate abiertas a todos los profesionales de la filosofía, de todas las áreas de conocimiento y de todos los niveles educativos, para poner en común nuestras preocupaciones y propuestas.