I.IZUZQUIZA. La clase de filosofía como simulación de la actividad filosófica. Madrid. Anaya. 1982.
La obra de I. Izuzquiza no es sólo un libro de Didáctica de la Filosofía en un sentido estricto, sino sobre todo una reflexión de su actividad docente como profesor de filosofía en Institutos de Enseñanza Secundaria. El autor trata desde el primer momento de luchar contra tres graves defectos que en su opinión adolece la enseñanza de la filosofía en el nivel de la Secundaria: el pedagogismo, la falsa divulgación de “lo filosófico” y el “verbalismo magistral”. Partiendo de estos presupuestos, el autor insiste en que no pretende dar lecciones dogmáticas ni de psicología ni de pedagogía, sino defender un modelo didáctico que tiene una seria base teórica: la teoría de la simulación gnoseológica.
El libro se compone de cuatro capítulos en los que se combina la reflexión teórica con las actividades prácticas del aula y un apéndice práctico de ejemplificación de una clase de Filosofía en el Bachillerato. El hilo conductor de la obra es la hipótesis de que es posible y deseable enseñar a elaborar un discurso filosófico al alumnado de Secundaria y de que se enseña a filosofar enseñando filosofía.
Asimismo, la base teórica que fundamenta y justifica todas las actividades explicadas y desarrolladas en el libro del profesor radica en la consideración de la «clase de filosofa como laboratorio conceptual”. Esta tesis viene a coincidir con proyectos actuales de didáctica de la filosofía que insisten en que el alumnado debe constituir junto al profesorado una «comunidad de investigación filosófica» y debe elaborar los conceptos filosóficos bajo la guía y con la ayuda del profesor/a de filosofía. El aprendizaje de la filosofía tiene que ser «una simulación cognitiva«, ya que intenta seguir los pasos del ejercicio filosófico de los grandes maestros del pensamiento occidental.
Los títulos de los capítulos indican claramente cuál es su significado. El capítulo 1, está dedicado a los presupuestos teóricos: la simulación gonoseológica en una clase de filosofía. El capítulo 2, titulado La elaboración del discurso filosófico en la clase de filosofía, analiza el paso de la reflexión personal a la comunidad filosófica del grupo-clase. En el capítulo 3, I. Izuzquiza expone con detalle algunos recursos y medios para crear la comunidad filosófica en clase: la Biblioteca, el archivo de fichas, el cuaderno de clase, el trabajo en grupo, etc. El capítulo 4, es una muestra bastante amplia y variada de ejercicios y experimentos conceptuales en los que juega un papel muy importante el análisis del lenguaje tanto ordinario como filosófico. Su contenido responde totalmente a lo que indica su título: Una selección de ejercicios y experimentos conceptuales. El último apartado del libro titulado Apéndice: hacer filosofía en clase, es una colección de ejemplos didácticos de sesiones de clase acerca sobre todo de problemas filosóficos.
En líneas generales este libro resulta muy útil, no para remedarlo ni para imitarlo mecánicamente, sino para inspirarse en él de modo creativo. Probablemente su único defecto es el considerar la actividad filosófica en el aula desde la perspectiva exclusivamente epistemológica, conceptual, y el no ampliar también la educación filosófica a otros aspectos muy importantes en el terreno educativo, como la crítica racional de los prejuicios ideológicos, las actitudes éticas y los sentimientos humanos. En ese sentido se echa en falta el análisis racional de la conducta humana en todas sus vertientes.
buenos días, soy profesor de filosofía en Brasil, me encantaría trabajar este libro con mis alumnos, ¿sabes dónde puedo encontrar una copia?
Gracias, Paulo Silveira